Garra de león

La creadora señala: Nací en Carrizal Bajo, a 45 km al norte de Huasco, donde crece en época de desierto florido la inspiración de mi obra, entre los cerros que rodean la costa y las quebradas que albergan y le permiten a la Garra de León crecer. Flor maravillosa, endémica, única.
Me acompañó en mi niñez junto a los cerros cercanos pintados de potentes puntos rojos, paseos interminables con mis padres y abuela en busca de las garras de león amarilla, rosada, naranja y la misteriosa blanca. Surge en mí la necesidad de búsqueda de lo propio, de la identidad de mi pueblo, de mi identidad (Carrizalina) más allá del patrimonio revelado hasta entonces.
¡Que más bello, que transformar esta flor en una joya, única, endémica, misteriosa y que muy pocos conocen!
Este proceso de creación de diseño me llevo dos años, buscar información libros, registros fotográficos y también en historias, como la misteriosa Garra de León blanca. Ver en terreno, inspeccionando las flores secas que han quedado de la floración de los años anteriores, ver sus largos esqueletos casi intactos, pero sin color como una fotografía en blanco y negro.
Tras diversas pruebas, pude dar con un diseño que fuera casi idéntico a la flor y a la vez portable y duradera.
Al vivir en tan desértico lugar las flores no abundan por ello en las casas o cementerios hay flores hechas con diferentes materiales (latas, papel, plástico). Estas son ofrenda para nuestros seres que ya se han ido o para ornamentar nuestras mesas.
Estos nuevos materiales son recolectados del cotidiano vivir. Usando técnicas de orfebrería tradicional, creo el esqueleto en plata 950, soldando varios alambres en una base para crear volumen, las cuales sostienen 20 pequeñas flores hechas en papel de descarte, estas son tratadas una a una con varias capas de barniz para dar forma, rigidez e impermeabilidad a esta.
Que más bello, que transformar esta flor en una joya, única, endémica, misteriosa y que muy pocos conocen.