Aunque el título de la obra alude a un personaje de la mitología clásica, tema recurrente en la tradición académica del arte, esta escultura se distancia de la típica representación del fauno y, también, de la escultura academicista. Sólo se muestra la cabeza del fauno dejando fuera cualquier otra parte del cuerpo que revele su naturaleza salvaje, por lo que podría tratarse de la cabeza de cualquier hombre. Por otra parte, la atención no está puesta en la pureza y perfección de las formas, sino más bien en las texturas, la materialidad y los volúmenes.
En la mitología romana, los faunos, descendientes de Fauno, eran deidades protectoras de bosques, campos y ganados, símbolos de fecundidad y profetas. Fauno fue identificado con el dios griego Pan y los faunos con los sátiros griegos seguidores de Dionisio. Originalmente representados como seres demoníacos, mitad humanos y mitad machos cabríos, poco a poco sátiros y faunos fueron perdiendo sus características animalescas hasta alcanzar una fisonomía más humana, conservando sólo los dos pequeños cuernos que apenas sobresalen de sus cabezas con cabellos rizados.
(Fuente: Unidad de Investigación, MNBA 2012).