“Las casas de prostitutas, pobres e inocentes, intentan parecer más finas copiando a los ricos, colgando cuadros dorados y espejos en los muros, reflejándose los unos con los otros, transformando la pieza en un caleidoscopio”
(“Sergio Larrain” de Agnés Sire editora y Gonzalo Leiva textos, 2013).