Tota Pulchra

La idea de representar a la Virgen libre de todo Pecado original fue tornándose cada vez
más seguido y es con el versículo 7 del capítulo 4 del Cantar de los Cantares : “Tota
pulchra es, amica mea, et macula non est in te” (Eres toda hermosa, amiga mía y no hay mancilla en ti), es bastante abstracta y esto dificultó el crear una imagen que representase tal dogma, se valieron entonces de textos bíblicos del Antiguo Testamento, de las letanías, en particular las Lauretanas. Fueron unas estampas difundidas en España y Francia las que modelaron la imagen de la Tota Pulchra, de modo que cuando llegaron a América, no hubo otra forma
más de representación que con los atributos de la Tota Pulchra, De este modo, para 1505, desde París se reproduce un grabado hecho por Thielman Kerver donde se muestra a la Inmaculada Concepción con atributos de la Tota Pulchra. En este se aprecia que aún no llevaba la luna o mundo bajo sus pies, pero que la figura de la Virgen es frontal sin
ninguna referencia espacial y lleva las manos juntas hacia el pecho, en actitud de oración, representación que persistirá por los tiempos y que es tema del presente artículo. El mencionado grabado también fue conocido en España, y así lo prueba una tabla atribuida a Pedro Díaz para la iglesia de San Saturnino, Artajona (Schenone 2008).
Con respecto a la posición de las manos de la Virgen, también suelen estar separadas de su eje central para favorecer su contemplación, hay casos en que las manos no están juntas y llevan un lirio. Es común que los pies de la virgen no toquen el suelo, ya que significaría contaminación con el mundo terrenal, a veces también suele aparecer pisando la serpiente o
dragón, y con la luna a su pies, su cuerpo está rodeado por el sol y tiene una aureola con doce estrellas alrededor de su cabeza refiriéndose así a la mujer Apocalíptica.