Espuela

La espuela chilena se compone de los mismos elementos que cualquiera otra realizada tanto en España como en otros puntos de nuestra región, es decir, asta, pihuelo y rodaja.

Por asta entendemos un pedazo de hierro circular que es forjado con martillo hasta tomar la forma de un arco en cuyos extremos se cincelan sendos sellos, es decir, orificios por los cuales se anuda la correa que fija esta pieza al pie.

El pihuelo, por su parte, es un travesaño que se ubica en la parte central del asta y que sirve para sujetar la rodaja, elemento radial que puede ser un disco liso o estar conformado por puntas de variable cantidad.

Sin embargo, las condiciones geográficas y especialmente económicas que se vivían en Chile durante la colonia y hasta muy avanzado el siglo XIX hicieron que estos objetos fueran adquiriendo características que lo hacían únicos en el contexto de las herramientas utilizadas en el equipo ecuestre.

A diferencia de lo que sucedía en otros puntos de América Latina como México, Perú o Bolivia donde la presencia de metales preciosos como el oro y la plata eran más abundantes y permitieron el desarrollo de un discurso estético que no tuvo miedo al exceso y se manifestó desde la arquitectura hasta las artes decorativas, en Chile la producción siempre fue más moderada y discreta desde su materialidad, debido a la carencia de medios que aquejaba a esta parte de la región.

De esta forma, haciendo uso más del ingenio y ante la necesidad de darle la dignidad que se merecía su trabajo, los herreros chilenos hicieron destacar su modesta producción laminando sus piezas con el fin de hacerlas relucir a simple vista y, logrando con ello, un efecto que a simple vista no envidiaba la producción en plata maciza de los países vecinos.