Número de Registro: 76-367 | |
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Objeto: | Katan kura |
Cultura Arqueológica: | Mapuche |
Institución: | Museo de Arte Popular Americano, Universidad de Chile |
Ficha de registro
Identificación
Institución
Museo de Arte Popular Americano, Universidad de Chile
Número de registro
76-367
Nº de inventario
289
Clasificación
Antropología, Arqueología y Etnografía - Utensilios, Herramientas y Equipos
Colección
Mapuche
Alto 7,2 cm - Diámetro 13,2 cm - Peso 1935 Gramos
Descripción
Pieza lítica maciza simétrica de estructura esférica achatada con superficie porosa. En la parte central se observa una horadación o perforación gradual circular que fue utilizada para el enmangado. En la superficie en el contorno de la perforación mantiene una coloración ennegrecida.
Estado de conservación
Bueno
Contexto
Área geográfica
Chile
Historia de propiedad y uso
La ocupación del territorio mapuche por parte de los Estados nacionales de Chile y Argentina dio origen a una situación colonial que se caracterizó por el empobrecimiento de la sociedad mapuche y la supresión de la gobernabilidad indígena (Mariman, 2006). Una de las consecuencias más relevantes es la emergencia de un mercado de objetos indígenas hacia la segunda mitad del siglo XIX, donde se transaban piezas de diversas materialidades (Flores, 2013).
Entre los comerciantes y coleccionistas que se vieron atraídos por dicho mercado, se encuentra Pedro Doyharcabal, vasco francés establecido en Cholchol y luego en Temuco, coleccionó desde 1893 hasta 30 años después piezas mapuche de diversas materialidades, las cuales en 1946 fueron vendidas a la Universidad de Chile para ser incorporada a la colección MAPA. Ya desde 1946, es posible ver que en dicha adquisición se señala la presencia de 11 “pimuntuhe” señaladas con los números de registro 273 a 278 y 280 a 284.
Entre los comerciantes y coleccionistas que se vieron atraídos por dicho mercado, se encuentra Pedro Doyharcabal, vasco francés establecido en Cholchol y luego en Temuco, coleccionó desde 1893 hasta 30 años después piezas mapuche de diversas materialidades, las cuales en 1946 fueron vendidas a la Universidad de Chile para ser incorporada a la colección MAPA. Ya desde 1946, es posible ver que en dicha adquisición se señala la presencia de 11 “pimuntuhe” señaladas con los números de registro 273 a 278 y 280 a 284.
Historia del objeto
Las piedras horadadas han sido registradas por las fuentes bajo los nombres de katan kura, pimuntuwe o trapelsiñu, sin embargo, se empleará el primer término de forma generalizada ya que su traducción alude a una piedra horadada sin especificidades. Éstas consisten en piedras usualmente circulares con una perforación en el centro, aunque existen en una gran variedad de dimensiones y formas. La diversidad también aplica para sus materiales que pueden ser rocas duras o blancas (Trivero, 2017).
Los usos de los katan kura han resultado confusos para los investigadores pese a la similitud formal que poseen. Entre las hipótesis que circulaban para esa fecha acerca de la función que cumplían Phillipi descartó (1) su uso como arma (que había sido afirmado por José Toribio Medina) ya que el orificio tan pulcro de la piedra no se podría haber generado por el simple frotamiento, por lo que el trabajo invertido no justificaría su pérdida al ser arrojada a los enemigos; (2) su empleo como torteras dada la diversidad de tamaño, peso, forma y agujero de las piedras; (3) la utilización de las piedras a modo de pesos para el telar ya que no había registros de este tipo; (4) como pesos para pescar pues habían sido hallados a una distancia geográfica considerable de ríos, lagos y océano; (5) su uso como monedas (planteado por Alejando Cañas Pinochet); (6) o ídolos que representaban el órgano femenino; (7) su uso como porras de guerra dado que el orificio no le parecía idóneo para adaptarlas a un palo; (8) y finalmente su uso como martillos, atravesando los dedos por el orificio.
La facilidad con que eran encontradas en labores agrícolas supuso un uso extendido entre los pueblos indígenas, sin embargo, no es posible establecer su función con exactitud.
Según Boroa, Freire y Temuco recibían el nombre de pimuntuwe que refiere a “lugar donde se sopla”. Tanto los kalku como los machi, le atribuyen a esta piedra horadada “un poder maravilloso” por medio de la acción de inspirar o espirar a través del orificio. Los pimuntuwe servirían para alejar las amenazas y atraer el bien y la felicidad mediante aspiraciones, soplos, hierbas y prendas de quien realiza el ritual (Joseph, 1930). Por sus cualidades mágicas, se vinculaban a un grupo pequeño de iniciados que conservaban el secreto de este objeto. Su traspaso a otros se daba a un alto precio o se realizaba a un familiar poco antes de morir (Joseph, 1930).
Los usos de los katan kura han resultado confusos para los investigadores pese a la similitud formal que poseen. Entre las hipótesis que circulaban para esa fecha acerca de la función que cumplían Phillipi descartó (1) su uso como arma (que había sido afirmado por José Toribio Medina) ya que el orificio tan pulcro de la piedra no se podría haber generado por el simple frotamiento, por lo que el trabajo invertido no justificaría su pérdida al ser arrojada a los enemigos; (2) su empleo como torteras dada la diversidad de tamaño, peso, forma y agujero de las piedras; (3) la utilización de las piedras a modo de pesos para el telar ya que no había registros de este tipo; (4) como pesos para pescar pues habían sido hallados a una distancia geográfica considerable de ríos, lagos y océano; (5) su uso como monedas (planteado por Alejando Cañas Pinochet); (6) o ídolos que representaban el órgano femenino; (7) su uso como porras de guerra dado que el orificio no le parecía idóneo para adaptarlas a un palo; (8) y finalmente su uso como martillos, atravesando los dedos por el orificio.
La facilidad con que eran encontradas en labores agrícolas supuso un uso extendido entre los pueblos indígenas, sin embargo, no es posible establecer su función con exactitud.
Según Boroa, Freire y Temuco recibían el nombre de pimuntuwe que refiere a “lugar donde se sopla”. Tanto los kalku como los machi, le atribuyen a esta piedra horadada “un poder maravilloso” por medio de la acción de inspirar o espirar a través del orificio. Los pimuntuwe servirían para alejar las amenazas y atraer el bien y la felicidad mediante aspiraciones, soplos, hierbas y prendas de quien realiza el ritual (Joseph, 1930). Por sus cualidades mágicas, se vinculaban a un grupo pequeño de iniciados que conservaban el secreto de este objeto. Su traspaso a otros se daba a un alto precio o se realizaba a un familiar poco antes de morir (Joseph, 1930).
Área cultural primer nivel
Chile
Área cultural segundo nivel
Centro-Sur
Cultura originaria
Mapuche
Gestión
Adquisición
Forma de ingreso
Compra
Procedencia
Pedro Doyharcabal
Fecha de ingreso
1946
Registradores
Felipe Ignacio Quijada Aravena, 2021-12-13