Ante el caballete

La artista Magdalena Mira Mena representa en esta obra el retrato de su padre Gregorio Mira Iñíguez. El padre, de pie ante el atril de su hija, realiza una inspección de su obra; con vestimenta formal, los brazos cruzados frente a su cuerpo, la cabeza levemente caída hacia la derecha y una pierna que trasciende el umbral del atril, remarcando el ejercicio territorial de admirar y controlar la producción de Magdalena. Si apelamos a una lectura feminista, consciente de cómo agencia la diferencia sexual, debemos cuestionar la obra y sus elementos de “proximidad, intimidad y división del espacio” (Griselda Pollock, [1988] 2013). Es entonces cuando emerge simbólicamente lo que hemos identificado como el autorretrato de Magdalena, apilado al fondo de la habitación. Su presencia nos remite a un gesto autorreferencial con el que la artista sacude las imposiciones de género de la época para convertirse en propietaria de una mirada activa, crítica y también inquisidora.
La obra retrotrae la reflexión de las categorías sociales que estaban latentemente transformándose a finales del siglo XIX; la división del espacio público/privado, el rol social de los varones y las mujeres, las relaciones de poder y autoridad, la clase social, las capacidades humanas según la edad, todo esto, imbricado en un universo de afectos, los que se entrecruzan con pinceladas de mujer. (MNBA "Desacatos, prácticas artísticas femeninas 1835-1938", 2017: Nicole González Herrera)