El conejito

"El amor a la naturaleza, la sinceridad con que interpreta el natural, unido al respeto a su arte son las características de su pintura" (Álvarez Urquieta, Colección de cuadros de pintores chilenos o extranjeros que han influenciado la escuela chilena de pinturas pertenecientes a Luis Álvarez Urquieta, número 38). Este tópico de amor a la naturaleza ha sido un recurso constante para hablar de la obra de Celia Castro, ligando sus capacidades artísticas a la naturaleza muerta como género primordial. Esta obra, en particular, también ha sido entendida como un "reflejo de la fina delicadeza de su espíritu y del hábil manejo del colorido" (PEREIRA SALAS, E. Estudios sobre la Historia del Arte en Chile Republicano. Santiago, página 206). Sin duda Celia Castro ha sido considerada como una de las artistas femeninas de mayor trascendencia, primera pintora de manera profesional que pudo emigrar de Valparaíso para centrar su labor artística en la capital. Tanto su dedicación, su trabajo y su arte le valieron para ser becada a París en 1907. Pereira Salas avala en ella el ser antecedente de "una nueva época en la pintura nacional" (Ibid, página 206).